Desmitificando el trabajo remoto

Recuerdo que hace no tantos años, en una empresa donde trabajaba, se le pidió a los empleados que presentaran sus propios proyectos de innovación. Una compañera presentó el suyo (había sido madre recientemente): implementar un incipiente home office. La idea no sólo no fue aceptada, fue ninguneada, tratándola como “fantasiosa” y delirante. ¡Cuánto han cambiado las cosas en tan poco tiempo!

Dicho esto, y entendiento la gran adaptación que han hecho las empresas al home office en tiempo récord, y como los empleados que no hacián home office pueden hoy disfrutar de sus evidentes beneficios, la pregunta que me surge es: “¿qué pasará el día después?. ¿Es algo que llegó para instalarse? ¿O sólo será una cosa momentánea y temporaria?”.

Al tratar de responderme las preguntas quise entender cómo se vive en las empresas. ¿Se podrán éstas adaptar a esta nueva realidad en forma permanente? Es cierto que hay industrias que hace muchos años trabajan remoto al 100%, sin necesidad de que su gente trabaje junta (se ve mucho esto en las empresas de software, consultoría, diseño, etc). En los trabajos técnicos es una realidad, pero, ¿qué pasa en los trabajos donde se necesitan otro tipo de capacidades, o donde el contacto físico es parte importante del día a día?.

Ejemplos (interrogantes):

  • Cuando hoy se habla tanto del trabajo en equipo: ¿es el formato remoto la mejor manera de trabajar o liderar equipos? ¿obtenemos lo mejor de cada uno o del equipo como un todo?
  • La personalización: ¿conocemos mejor a nuestra gente bajo el formato a distancia? ¿Entendemos si trabajan bien o no? ¿Qué estan dando lo mejor de sí? ¿Se logra darle “calor” a las relaciones, o la distancia es proporcional a la frialdad en los tratos?
  • Todo bien con la interacción con las personas que conocemos. ¿Nos podemos imaginar contratar, interactuar y conocer a gente nueva bajo esta modalidad? Ejemplo, ¿cómo se efectiviza un ascenso en este mundo virtual?
  • El vivir “en” Zoom: ¿es algo tolerable a mediano y largo plazo? ¿Podemos estar todo el día metidos cual mundo virtual en una realidad tan paralela? Ya hay gente que está mostrando fastidio y rechazo ante tanta virtualidad.

En el camino, hay que ver si todas las personas también sabrán adaptarse mejor a estas realidades:  establecer sus propios horarios, saber cortar a tiempo, pero también saber convivir con la culpa de los tiempos muertos en el trabajo a distancia.

Todas preguntas que hoy en la euforia de la novedad, parecen lejanas. Pero que en algún momento surgirán. Seguramente, las empresas se irán adaptando, las personas también, y lo que prospere serán modelos más que nada híbridos, no tan extremos (no sólo remotos ciento por ciento, pero tampoco solo presenciales). Es un camino que recién empieza y sin tantas certezas.

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Diego Regueiro

Director Ejecutivo
www.marketingyestrategia.com


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