Es un excelente profesional pero no es leal

Situación: para ese puesto se eligió al mejor candidato. Mejor, por lejos. Experiencia, trayectoria, buena formación académica, además de condiciones naturales para el puesto: inteligencia, sagacidad, rapidez de reflejos, capacidad analítica y don de gente. Un candidato ideal para un puesto complejo y desafiante.

Pero …

Si bien su relacionamiento es bueno, se lleva bien con la gente y no es conflictivo, tiene un acercamiento… hasta ahí, que no genera la confianza suficiente. Es como se dice en la jerga “corto”; es un conocido, no es un amigo. Esa situación se agrava cuando es la relación “para arriba”: los jefes lo notan también como poco cercano.

En esa línea, es donde a los jefes se le despiertan las dudas: “”X es un excelente empleado, pero no lo sentimos “nuestro””. “Es políticamente correcto, tal vez demasiado”. “Se muestra hasta ahí”.  En definitiva, se gana su respeto, pero no ha logrado crear un vínculo sólido: su lealtad se pone en duda.

¿Qué hablábamos cuando hablamos de lealtad? No se pretende esperar un soldado incondicional a la causa, pero si un profesional que se muestre al alcance, y que sea transparente.  Donde no haya doble mensajes o cuidados de más. Donde lo que se dice y es en privado, quede en privado. Donde lo que se sincera, sea resguardado, pero también correspondido.  Si te sinceras, vos también. Y No hay terceros en el diálogo.

Entonces: ¿lealtad mata profesionalismo?  Es difícil que las cosas funcionen si las relaciones no fluyen, y las confianzas no están bien establecidas. La lealtad ante todo, porque es fundamental para sanas relaciones.

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Diego Regueiro

Director Ejecutivo
www.marketingyestrategia.com


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